sábado, 29 de mayo de 2010

Julian Besteiro: morir en Carmona I - Joaquín Quiñones - 2009

DE AHORA EN ADELANTE - BLOG DE JAVIER QUIÑONES
domingo 27 de septiembre de 2009

Julián Besteiro: morir en Carmona / 1
Para Alfonso Guerra, en la amistad.
Han pasado muchos años desde que sucedieron los hechos que narré en mi novela Años triunfales. Prisión y muerte de Julián Besteiro y sigo teniendo la sensación de que sobre ellos pesa una gruesa losa de olvido, al mismo tiempo que los envuelve una densa capa de desconocimiento e indiferencia y también de desinterés. Han pasado muchos años y yo pretendí, tal vez insensatamente, que mi novela sirviera para recordar a un hombre honrado y consecuente con sus ideas, a un político de actuación controvertida pero honesta, cuyo pensamiento político, tan adelantado en algunos aspectos a su tiempo, está hoy, así lo creo, de plena vigencia. En efecto, la defensa de la justicia social, la igualdad y la solidaridad en el marco de un estado democrático de derecho, ideas defendidas por Besteiro, son hoy la base del socialismo democrático y por ellas han luchado y siguen luchando muchos hombres y mujeres en todas las partes del mundo.En agosto de 1933, en una conferencia pronunciada por Besteiro en el marco de la Escuela Socialista de Verano y recogida luego en ese libro fundamental para entender cuál era el pensamiento político del dirigente socialista llamado Marxismo y antimarxismo, escribió Julián Besteiro estas palabras: “En el fondo de toda concepción socialista hay un deseo mejor o peor definido que consiste en acabar con las desigualdades actuales y en realizar un ideal de justicia, y hay una expresión de sentimentalidad, ética o estética, que a todos los que tenemos esa aspiración, nos une en común ideal, en un común deseo.”Es decir, el socialismo como movimiento liberador del ser humano, se nutre de un componente utópico en su búsqueda de la igualdad y la justicia social, en la construcción de un mundo más libre y más solidario, liberado de una vez por todas de esas lacras terribles que son el hambre, la injusticia, la opresión, la miseria moral y material en todas sus manifestaciones.Han pasado muchos años y a mí me hubiera gustado que mi novela hubiera servido para desagraviar, aunque fuera a través de la justicia poética, y algunas veces tiene uno la tentación de pensar que es la única verdadera, la memoria de un hombre sobre el que se cometió una estrepitosa injusticia, un auténtico crimen de estado, perpetrado con saña y rigor del todo injustificables, sobre el que hasta la fecha nadie ha tenido una palabra de disculpa, nadie, excepción hecha de las de Serrano Súñer que van como lema en mi libro, si es que se puede considerar disculpa el decir que fue un acto “torpe y desconsiderado” dejar morir a Besteiro en la cárcel.

Algunas veces la literatura y también la novela se revela como un instrumento eficaz para luchar contra la injuria del olvido, para salvaguardar la memoria del tiempo pasado. La narrativa, en su esencia, debe contar historias y el escritor sentir la necesidad de narrarlas, esto es, de volverlas literatura tras encontrar el tono adecuado para ello. Son muchas las historias que naufragan, que no llegan a buen puerto, o bien por falta de interés para el propio novelista, o bien porque no se ha encontrado el tono apropiado y auqello "no suena", o bien por razones que nunca son del todo explicables.
A mí la historia de las circunstancias que rodearon la detención, el juicio y la muerte en la cárcel de Julián Besteiro, se me impuso de modo determinante y nada pude hacer por resistirme al influjo que sobre mí ejercía lo que consideré desde el primer momento un caso extraordinariamente ejemplificativo de la intolerancia española, de la intransigencia y, si se me permite, de la sed de venganza. El escritor no elige los temas sino que los temas eligen al escritor. A mí, de verdad, me sucedió eso. Vi enseguida el carácter narrativo de los sucesos y la historia fue creciendo a golpe de imágenes, de secuencias breves tan llenas de dignidad como de patetismo y tristeza; imágenes cercanas al guión cinematográfico, que se superponían y alternaban para tratar de dibujar ante los ojos del lector los escenarios y el paisaje moral en el que se desarrolló el drama final de Julián Besteiro.
Nota. Esta es la primera de las tres entradas que dedicaré a la memoria de Julián Besteiro, cuando se cumplen sesenta y nueve años, casi tantos como él vivió, de su fallecimiento menesteroso e injusto en la cárcel de Carmona. La ilustración que la abre nos muestra la faceta académica de Besteiro, catedrático de Lógica de la Universidad de Madrid. El texto de la entrada procede, ligeramente extractado y adaptado al blog, de las palabras de presentación de mi libro arriba citado en la ciudad de Valencia, pronunciadas en la librería Crisol en octubre de 1998; me acompañó en aquel acto Juliana Besteiro, sobrina-nieta del político, Javier Paniagua, historiador y Manuel Civera, presidente de la Asociación Julián Besteiro de Liria.

No hay comentarios:

Publicar un comentario